La eficiencia no es sinónimo de falta de conflictos
Cuando oímos la palabra conflicto, la primera sensación no es la más agradable, asumimos que posiblemente se va a presentar un problema difícil de manejar. La mayoría de las veces, a esta palabra se le asigna una connotación negativa y en un mundo en el cual estamos rodeados de noticias que generalmente describen problemas de todo tipo, podemos tener la tendencia a evadir todo lo relacionado con esta palabra.
En el entorno laboral el conflicto es algo que también tratamos de evitar al máximo para no quedar en el medio de una confrontación cuyo resultado puede ser difícil de superar. Sin embargo, si queremos fomentar la excelencia en el trabajo, es más productivo estimular a los integrantes de su equipo a poner sobre la mesa, de manera respetuosa y constructiva, los desacuerdos y las frustraciones. Crear una falsa armonía en la cual todos tratamos de poner nuestra mejor cara, puede ser una solución momentánea pero que a más largo plazo se puede volver contraproducente.
Los proyectos en grupo y sobre todo los que se desarrollan a mediano y largo plazo, están sujetos a momentos de gloria al igual que a dificultades y crisis que son inevitables en situaciones laborales de alta exigencia. Lograr consenso y coordinación de las diferentes ideas y posiciones es una tarea que implica claridad y un buen ambiente emocional. Tener normas claras y ser competentes emocionalmente para saber manejar las disparidad de conceptos y opiniones, es lo que realmente aporta a el éxito de los proyectos laborales.
Tener la capacidad de ser abierto y flexible para construir sobre las diversidad de aportes y puntos de vista, usar la empatía para entender las posiciones de los demás, son habilidades que deben ser trabajadas y reforzadas a nivel personal y grupal. En el desarrollo de las actividades y proyectos grupales se presentan inevitablemente tensiones, desacuerdos, diferencias y preocupaciones que si son trabajadas en sus primeros síntomas, hace que no se conviertan en el cultivo de confrontaciones posteriores que hubieran podido ser aclaradas en sus fases iniciales. El papel de liderazgo debe ser de acompañamiento claro, motivador y conciliador para que se logren trabajar las diferencias.
Para fluir en el caos o en ambientes complejos es constructivo tomar en cuenta los siguientes puntos:
1. Mantenga un ambiente laboral constructivo y con ánimo optimista, con esta base las dificultades son apreciadas de manera más positiva.
2. Asigne un tiempo específico y un ambiente en el cual se puedan aceptar y exponer las diferencias.
3. Refuerce en sus colaboradores el uso de un lenguaje centrado en las posibilidades y no necesariamente en lo negativo.
4. Estimule en el grupo el uso de la empatía para tomar en cuenta las posiciones de los demás integrantes.
5. Motive la curiosidad en cada uno para poder ver las posibilidades y las soluciones en vez de las quejas y reclamos.
6. Permita que todos puedan hacer aportes sobre las ideas de los demás sin tener que estar luchando por encontrar una única solución personal.
Tenga en cuenta que un conflicto puede ser el fracaso de un proyecto laboral o la manera de crecer y poner en juego nuevas habilidades de cada uno de los componentes del equipo. Un manejo constructivo es la mejor de crecer en la vida laboral y una forma de construir una armonía bien fundamentada.