El cerebro social una evolución inteligente
Las relaciones sociales son parte primordial de la existencia del ser humano. Entender que nuestro cerebro está diseñado para tenerlas, implica que podemos usar este poderoso instrumento para enriquecerlas.
El Cerebro Social una evolución Inteligente
Maria Fernanda Gonzalez Consultora Eficiente-Mente
Enero 2014
Los grandes esfuerzos de la investigación han logrado grandes descubrimientos en cada área de la ciencia. En lo que respecta a la neurociencia, cada vez encontramos nuevos conocimientos que engrandecen nuestra humanidad; cabe anotar que se ha descubierto que el cerebro humano es cada vez más especializado y estructurado que nos permite ser cada vez “más humanos”.
Ser cada vez más humanos implica la riqueza del mundo de las relaciones que está facilitada por el cerebro social, aquel que nos permite registrar toda la información que emite la persona con la cual estamos interactuando. Esa gran cantidad de información desde lo verbal y no verbal, aquella que es conciente pero también inconciente, lo que nos permite tener gran recurso informativo para interactuar. El cerebro social funciona como un sistema abierto, es decir un sistema que necesita de un agente externo para regularse.
La neurociencia ha demostrado que nuestro cerebro está cableado, es decir completamente integrado por un sin número de circuitos de neuronas que, al entrar en contacto con el otro, podemos sincronizar nuestros cerebros de tal manera que podemos sentir lo que el otro siente y detectar lo que el otro piensa. Aunque suene a ciencia ficción, estamos en capacidad de “leer la mente del otro” por así decirlo. Esto en la práctica se traduce como el beneficio de que nuestro cerebro social sea un sistema abierto: necesitamos de los demás para entender nuestro mundo emocional y el de los demás.
Un ejemplo muy común es ver la relación del bebé con su madre; ella se conecta con el mundo emocional de su hijo para entender sus necesidades sin tener que mediar el lenguaje. Es la perfecta interconexión de dos cerebros entre los cuales, a través de la interacción directa se intercambia información para lograr una relación más profunda. Por otro lado la relación de dos enamorados es otro de los ejemplos clásicos que demuestran la importancia de la cercanía personal como una forma de intercambiar expresiones que van más allá de las simples palabras.
Este nuevo conocimiento de la evolución cerebral y neurológica, pareciera que no se está disfrutando y aprovechando en toda su dimensión. Los avances de la tecnología que tanto apasionan a la sociedad actual, no nos están ayudando a aprovechar nuestro recurso más preciado, nuestro propio cerebro. Para que esta riqueza de la interacción de nuestros cerebros sociales se potencie, se requiere de interacción personal, es decir sin tanto intermediario.
En la actualidad nos hemos ajustado tanto a la tecnología, que las comunicaciones de todo tipo están relegadas a los chats, Messenger y las redes sociales donde el contacto personal cara a cara se ha perdido y por ende la disminución de la riqueza emocional que se gesta cuando dos cerebros sociales, dos personas emocionalmente conectadas interactúan. Esto no quiere decir que no aprovechemos la tecnología, sino más bien es una invitación a conectarse cara a cara más a menudo, para disfrutar la riqueza emocional de estar con el otro.