La organización un ser vivo

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Las organizaciones son vistas casi siempre como aquella entidad que tiene una misión específica, que reúne un recurso humano organizado en un esquema empresarial para producir dividendos y ganancias a sus accionistas y en algunas ocasiones, generar un beneficio a la sociedad en la cual está inmerso.

Sin embargo, la organización debe ser definida con un concepto más amplio y flexible que permita acoger los procesos de un mundo cambiante. Primero que todo hay que considerarla como un ser vivo, es decir como una entidad que tiene su propia energía vital para funcionar: nace, crece, se enferma y se recupera como cualquier ser viviente.

La energía organizacional es aquella reserva dispuesta para el logro y desarrollo de una misión o servicio. Cada funcionario que pertenece a la empresa, es una reserva potencial de energía, de tal manera que se crea una relación de doble vía entre la organización y su recurso humano. Las empresas tiene sentido, en gran parte, por contar con sus colaboradores para llevar a cabo su misión.

La grandeza y el carácter positivo y constructivo depende de la calidad del recurso humano con el que cuenta. Podremos decir que la organización crece y se potencia, en gran parte por el crecimiento que hacen sus colaboradores. Una estrategia clave para este desarrollo, es la capacitación la cual lleva a una mejor preparación y desempeño de sus funcionarios. Entre más crece la organización, mas se requiere que crezca su recurso humano; es una relación de doble vía, lo que lleva nuevamente a un desarrollo potenciado de la organización a la cual pertenece. La energía organizacional crece en la medida en que la energía y los recursos individuales se optimizan.

Para contar con una efectividad sostenible, es de vital importancia que se faciliten procesos de acompañamiento por parte de los jefes inmediatos, una buena estructura de capacitación y entrenamiento y una filosofía en el cual sus funcionarios se sientan valorados y apreciados como los seres humanos integrales que son.

En la medida en que los colaboradores de su empresa se sientan apreciados en todas sus dimensiones y no como un recurso para producir dividendos, se va a lograr un ambiente de compromiso, entrega e interés para dar lo mejor de si en beneficio de todos. Una interacción constructiva en la cual todos se van a ver potenciados en su crecimiento.